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Hola chiques y bienvenidos a un blog sorpresa en honor al día festivo de ayer: Juanglonin.
Para cerrar el mes varias personas de la comunidad nos mandaron diferentes historias de terror. Así que prepárense que aquí les dejamos las que mas nos gustaron/traumaron.
Historia de Terror
Estaba lejos de casa, sin recordar el último camino que había cruzado.
Con la zozobra de no saber lo que estaba pasando antes de llegar a ese lugar, ese lugar tan conocido.
Me tomó un tiempo reconocerlo, pero los árboles que dejaron pasar la luz de la luna, iluminaron las lápidas del cementerio donde estaba.
Mientras caminaba por las casas de los ahora fallecidos. Me di cuenta de que alguien caminaba en mi dirección, confundido, traté de enfocar mi vista que aún estaba borrosa, pero cuando lo logré, un arma larga que parecía ser un hacha brilló a mi alrededor.
Caminé hasta la calle más cercana para salir del cementerio, sin embargo, no logré avanzar demasiado lejos para cuando estaba frente a mí, antes de que pudiera atacarme mencionó una frase “solo tienes que hacer un cierto número de asesinatos, no tengas miedo, ahora puedes recordar todos los demás que haces”
Cuando estaba paralizado, noté un hormigueo en mis extremidades, mi visión gradualmente se volvió más borrosa.
El último que recordé fue un hombre alto frente a mí, tratando de hacerme reaccionar a la última información.
Cuando abrí los ojos, descubrí que estaba en mi habitación, las 6:00 a. m. marcaban el reloj, pensé que había sido un sueño, con calma me levanté y caminé hacia la sala de estar.
Donde estaba la policía, con una orden de arresto, dije: ¿por qué están caminando hacia mí?
El hombre de afuera estaba muerto, oh querida gente, no era un sueño, solo era una mentira y era la realidad que ahora tenía que enfrentar.
La sombra del Nahual
Fue en noviembre de 2020, en plena pandemia, cuando una noche extraña me puso la piel de gallina. Mi hija, aún pequeña, apenas comenzaba a balbucear palabras y daba sus primeros pasos. Vivíamos en la casa de mis padres, junto con mi abuelita, una tía con demencia y nuestro fiel perro guardián, un animal grande y fuerte. Estábamos en una zona rural, rodeados de ranchos, donde el silencio y la soledad eran habituales. A mi hija le encantaba llamar a nuestro perro golpeando con la palma de su mano en mi pecho, un gesto que siempre la hacía reír. Sin embargo, todo cambió una madrugada.
Esa noche, cerca de las cuatro de la mañana, después de enviar unos correos de trabajo, me levanté para ir al baño. En ese momento, noté que el ambiente estaba inusualmente en silencio. En un rancho, es normal escuchar a los animales y los ladridos de los perros, pero aquella noche no se oía absolutamente nada. Recordé lo que mi abuelo solía decir: “Cuando los animales callan, es porque sienten que hay un depredador cerca”.
Intrigada, me acerqué a la ventana y miré hacia la calle. A lo lejos, sobre la barda perimetral de la casa de mi vecino, distinguí un bulto negro que se arrastraba cerca del suelo, avanzando de forma extraña, casi como si intentara no ser visto. Parpadeé, pensando que mis ojos estaban cansados, pero cuando volví a enfocar la vista, el bulto seguía allí. Sentí un escalofrío al notar que aquella figura levantaba la cabeza y olfateaba el aire, como si estuviera buscando algo. Tenía el hocico largo, y su cuerpo, negro como la misma oscuridad, parecía el de un perro o coyote descomunal, aunque más pequeño que un caballo.
Observé, inmóvil, mientras esa cosa avanzaba con movimientos calculados. Sentí que poseía una inteligencia inhumana, casi como si supiera que estaba siendo observada. En ese instante, el instinto se apoderó de mí, y corrí de vuelta a mi cuarto, donde estaba mi bebé. Me arrodillé junto a su cuna, rezando y tratando de ahuyentar la sensación de peligro que me embargaba.
Pasaron los días, y aunque el miedo persistía, intenté convencerme de que había sido solo mi imaginación. Sin embargo, una mañana, mientras le daba de desayunar a mi tía, ella me dijo: “Hay que tener cuidado, porque anda un animal rondando la casa. No olvides cerrar bien”. No le presté mucha atención, pues el médico nos había advertido que podría decir cosas sin sentido debido a su condición.
No obstante, otra noche, mi hija despertó sobresaltada en su cuna. Lloraba y señalaba con insistencia una esquina de la habitación. Se lanzó a mis brazos y, con ojos desorbitados, empezó a hacer el gesto con el que solía llamar a nuestro perro. Una brisa helada llenó la habitación, y un olor fétido, como de carne podrida, inundó el aire. Encendí la luz, pero el terror de mi hija no cedía. Mis padres, al escuchar los gritos, vinieron a ver qué sucedía. Todos vimos cómo mi bebé seguía señalando a un rincón vacío, como si algo o alguien estuviera allí observándonos.
Esa noche dormimos con la luz encendida, aunque apenas logramos cerrar los ojos. Mi hija no dejaba de mirar hacia la esquina, y su miedo era tan palpable que incluso mis padres, normalmente escépticos, no pudieron ignorarlo. Al día siguiente, la situación no mejoró. Todo el día lloraba y miraba dentro de su cuna, aterrorizada. Nuestro perro, que estaba afuera, ladraba y rascaba la puerta con furia, como si quisiera entrar para protegernos. Al final, decidimos dejarlo entrar, y fue directo a mi cuarto, ladrando y gruñendo como nunca antes.
Empezamos a rezar con fervor, pidiendo que cualquier maldad se alejara de nuestro hogar. De pronto, la atmósfera pesada comenzó a disiparse, y todo volvió a la normalidad.
Días después, en una charla casual con un vecino, mencioné lo que había visto. Él, un hombre mayor que aún cuidaba de su ganado, me miró serio y dijo: “Eso que viste es un pinche nahual. Hemos intentado cazarlo, pero nunca logramos atraparlo. Aparece cuando algo malo está por suceder, como las sequías o las desgracias, y yo creo que esta pandemia lo trajo de vuelta”.
No volvimos a ver ni a sentir nada extraño después de esa noche, pero algo en mí cambió. Sé que lo que vi fue real, y aunque el mundo moderno me dice que esas cosas no existen, aún hoy, al recordarlo, siento un escalofrío recorrer mi cuerpo, como si aquella presencia todavía estuviera rondando, esperando en la oscuridad.
Cuando tenía como 13 años, una noche mientras dormía, me desperté porque me dio mucha sed. Fui a la cocina por un vaso de agua y mientras me lo tomaba la licuadora se encendió sola, yo ni siquiera estaba volteando para ese lado.
Hice un escándalo que se escuchó por toda la casa, hasta tiré y rompí el vaso. Mis papás llegaron corriendo a la cocina y la licuadora seguía encendida. Mi papá la apagó, pero lo spooky es que el botón de licuar estaba presionado, como si alguien a propósito la hubiera encendido. Pensé que tal vez fue una falla eléctrica o mecánica de la licuadora, pero el hecho de que el botón estuviera presionado hace que la cabeza me de vueltas, más porque esos botones estaban duros y requerían fuerza para activar la licuadora.
Por fortuna esa licuadora ya está en la basura desde hace muchos años.
No pensé ganar. Lo que hago nunca le gusta a nadie. Dicen que es muy enredado lo que escribo. Bueno, quería por un lado agradecerte pero no sólo eso.
Mandé mensaje a servicio a cliente y no me contestaron, por eso te molesto por aquí. Ya sé que es medio grosero escribir por mensaje directo en insta... Pero estoy sacada de onda. No solo la caja estaba vacía sino que tenía algo raro. Cuando quise ver mi perfil para devolver el producto, me decía que no había comprado nada. Pensé que había sido error mío y le presioné “comprar” de nuevo... y cuando di click al mismo vestido, de la caja apareció el que había pedido: voló de la caja como si lo escupiera.
Ya sabrás lo que estaba pensando... Que estaba loca. Pero pues lo vi suceder, por lo que seleccioné otro de tu guardarropa (es que todo lo que haces me encanta) y de nuevo apareció de la caja vacía mi regalo. Creí que estaba soñando, pero fui pidiendo todo lo que vendes: ¡un sueño hecho realidad: tener toda tu tienda en mi casa! Era lo máximo.
Pero en algún punto ya lo tenía todo por lo que me metí a otras páginas (que no están tan padres como tú ropa, por cierto) y cuando le apachurré: comprar volvían a aparecer los productos. De la caja misteriosa salió una licuadora, un teléfono nuevo, una bocinita... hasta cosas que no había manera que cupieran, aparecían en mi cuarto mágicamente.
Ahora mi casa está llena de cosas. Supongo que ahí debí de detenerme pero ya sabes cómo es una...
En fin que me metí a “tu crush punto com” y seleccioné a un chico muy lindo, alto y (decía en su biografía) detallista. Pulsé el botón... pero no apareció nada. Así que le di y le di click, pero siempre el resultado era el mismo: nada. Me regresé a una página donde vendían joyería y al pulsar, volvieron a aparecer las compras ante mí.
guapo: me estaba mirando fijamente. Me asusté pero al abrir los ojos, el hombre ya no estaba. Miré alrededor y no pude encontrarlo por ningún lado. Igual ya no me pude dormir. Al mirar las cosas que aparecieron de la caja seguían en mi cuarto.
Estaba tan clavada haciendo ese trabajo que brinqué cuando un sonido, como un rugido, sonó de la nada... era la licuadora que se había prendido incluso estando desconectada.
Sonaba horrible. Como si estuviera triturando huesos con sus aspas afiladas. La aventé lejos y se quebró en varios pedazos y de inmediato otro sonido horrible: el celular que sonaba con ese timbre del comercial pero en una versión torcida. Una a una comenzaron a sonar todos los aparatos: descubrí que todo lo que compré en tiendas diferentes a la tuya, estaban malditas. Solo tus vestidos y accesorios seguían ahí dispuestos a que los usara.
retorcida?... Y no quiero saber. Así que te escribo para pedirte que si puedes llevarte la caja de nuevo, antes de averiguar la respuesta...
O sea déjame la ropa tuya porque esa sigue siendo perfecta, pero lo demás... Lo demás que se lo lleven por favor. Antes que cualquier cosa pa...
donde los libros duermen sin fin,
hay un alma que no cesa de leer,
y en las páginas, encuentra la vida.
Su tumba es una biblioteca vasta,
donde los clásicos hablan sin cesar,
y en la lápida, una inscripción,
que dice: “Leer es vivir, eternamente”.
En cada línea, un mundo nuevo,
en cada palabra, un amigo fiel,
en cada página, un viaje lejano,
y en el silencio, un conocimiento real.
Los libros de poesía susurran,
versos de amor y de deseo,
los de historia, cuentan batallas,
y los de ciencia, secretos revelan.
el alma del lector encuentra paz,
y su espíritu, eternamente vuela.
Y cuando la noche cae oscura,
y el viento susurra por los rincones,
el alma del lector sigue leyendo,
en el reino de las sombras y los sueños.
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